Encuesta embiste

diciembre 28, 2018 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments

Las encuestas, como los concursos o las becas no pueden confirmar qué obras o escritores son los más valiosos, solo dan un esbozo, una muestra (en este caso, luego de encuestar a cincuenta y dos poetas y personas cercana a la poesía) de lo que un grupo de gente percibe como apreciable. No creemos que lo que se dice aquí sentencia qué debe ser reconocido, menos lo que debe ser recordado. Estamos seguros que tras esta pequeña encuesta, se nos escapan muchas obras interesantes que no hemos podido leer, quizás porque sus autores no tienen acceso a una editorial con una capacidad de distribución y venta efectiva que les permita llegar a más lectores o quizás porque los autores mismos prefieren la reserva del caso y no exponerse mucho públicamente. Lo importante aquí es sumarse a la fiesta de la poesía en Perú el 2018 que fue pródiga de muchos poemarios para el gusto de los comensales de cultura local.

La poesía embiste









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diciembre 19, 2018 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments

Una conversación con Rodolfo Suito

"Las vivencias y las lecturas son el alimento necesario para la poesía"


Hace unos años publicaste tu primer libro Heredero del reino. Con la crítica que nos da mirarlo en retrospectiva, ¿qué opinión te merece aquella primera publicación?

Mi primer poemario lo escribí intentando encontrar respuestas a un tema que fue parte importante en mi vida, la búsqueda de Dios. El libro es como una despedida, incluso la primera parte se llama "Deicidio". Sin embargo, respecto a la técnica y a la calidad de los poemas, encontré luego de publicarlo, que había un largo camino por recorrer. Tuve conversaciones con personas que fueron bastante críticas, como por ejemplo Andrea Cabel, quién tuvo la paciencia de revisar conmigo el libro y tuvo la gentileza de ayudarme a entender que no todo se debe publicar, que debemos pulir los poemas dejando que descansen, para luego retomarlos y trabajarlos hasta quedar satisfechos con el resultado. Con Distancias he trabajado en ese sentido, y encuentro que me satisface el resultado final.

Es cierto, tras leerlo sentí una escalonada madurez y un vuelo distinto con las palabras.

Gracias, Sergio. También me han ayudado las lecturas como las de Watanabe, Pacheco, Vallejo, los releí con ojos de aprender, con el primero trabajé sobre todo los cierres, Vallejo siempre fue un gran referente y creo que Trilce me ha ayudado a soltar mucho más las palabras que me parece que antes se quedaban a medio camino. Trabajé mucho más las figuras, que antes me parecía innecesario hacerlo, porque creía que podía ser muy empalagoso; sin embargo, trabajar todo ello, me enseñó que el camino era interesante recorrerlo, y que me llevaba a lugares de satisfacción antes no alcanzados.

Cisneros decía que el poeta nace con el don pero uno tiene el deber de desarrollarlo. ¿Cómo alimentas al poeta que te habita?

Interesante lo del don, lo descubrí leyendo y escuchando a mi abuelo materno, luego todo lo que viví, o las cosas que quiero entender, las canalizo a través de la escritura, de la poesía. Creo que las vivencias más las lecturas son el alimento necesario para la poesía. Sobre todo las vivencias, las lecturas creo que me han ayudado a encontrar mi voz, son parte de esa mezcla que al final se forma como una amalgama.

¿La poesía en Ica goza de buena salud?

A juzgar por los recitales, por la producción poética, yo diría que sí; de hecho me ha sorprendido gratamente la producción de un grupo importante de poetas iqueños como por ejemplo: Helmut Jerí, Navale Quiroz y José de la Roca.

¿Porqué el título del libro: Distancias?

La poesía es para mí un trabajo de tratar de entender el mundo, la vida; recrear temas que me mueven o me movieron en algún momento. Mi vida está marcada por las distancias: físicas y espirituales, afectivas. La primera parte es mi distancia en el amor, lo escribo desde la distancia de amores viejos (o desamores) y la segunda parte es mi distancia con una persona fundamental en mi vida, mi padre. Es una suerte de homenaje a mi padre.

Quiero terminar esta corta entrevista dejándote una pregunta que le hicieron a Roberto Bolaño: ¿qué gesto en el rostro de tus lectores te gustaría que quedase tras leer tu libro?

Más que un gesto en el rostro, me gustaría que los lectores se internen en ese pequeño mundo; podría ser un gesto de complicidad como cuando uno se identifica con el escritor al menos en un poema o un verso.

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"así como el amor os corona así os crucifica." Gibran (Volumen 1)

abril 01, 2018 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments




CUATRO BOLEROS MAROQUEROS



1 Con las últimas lluvias te largaste y entonces yo creí que para la casa más aburrida del suburbio no habrían primaveras ni otoños ni inviernos ni veranos. Pero no. Las estaciones se cumplieron como estaban previstas en cualquier almanaque Y la dueña de la casa y el cartero no me volvieron a preguntar por ti. 2 Para olvidarme de ti y no mirarte miro el viaje de las moscas por el aire Gran Estilo Gran Velocidad Gran Altura 3 Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo Imposible Y es que tu ausencia tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic. 4 No me aumentaron el sueldo por tu ausencia sin embargo el frasco de Nescafé me dura el doble el triple las hojas de afeitar.


Antonio Cisneros





MI VENGANZA, PEQUEÑO

Cuando trates de alejarte del contacto de estas partes Retirate como se retiran las bestias asustadas: para no volver. Desclava las manos de mi cuerpo y escucha bien Todas mis indicaciones Hombrecito infame. Reconozco tu manera de durar sobre este feudo Tu estricta manera de permanecer. Seres más bellos Con mil proposiciones dirán: probemos Y yo no hallaré dónde recostar esta masa que llevo encima. Mis manos descansarán, sí Mis manos descansarán en las mejores bandejas del banquete Y mi cuerpo será gozado Trecientas veces más de lo que tú puedes Imaginar He ahí mi venganza, pequeño He ahí mi goce. Patricia Alba.




MADRIGAL DEL CAZADOR SIN PRESA

Perdóname, Perucha, por no haber vencido. Por no traer entre los dientes la víctima cobrada. Yo te pido perdón por no servir para ave de rapiña, por ser, sólo un fabulador insolvente, enamorado, Perucha, de tu pan asequible

Leoncio Bueno





HOBBY

Me gusta conversar en las esquinas con los señores que pasan me encanta saber que me aman a escondidas. Los transeúntes se agitan en las noches calurosas. Yo silbo despacito mientras espero la señal para romperles el alma con el capricho de mi lengua. Ana Varela





YO TAMBIÉN QUIERO SER JULIETA

“Yo también quiero ser Julieta, y creer que un hombre me ame tanto como para morir por mi”, dijo Jeanne Hebuterne, mientras se dibujaba agonizando Velando en su lecho de muerte a Amadeo, que deliraba enfermo y cansado de su vida. “Yo también quiero ser Julieta”, dice Jeanne… dibujándose muerta, para olvidar el hambre y la puta vida a la que la llevó el amor, para olvidarse de su hija interna en un hospicio, para olvidarse de su hermosura en los retratos que Amadeo le pintó. “Yo también quiero ser Julieta” para que Amadeo me declare su amor sin necesidad de estar a punto de morir tuberculoso, Para olvidarme de mí segundo hijo, a punto de nacer Para retroceder el tiempo y volver a La Rotonde, volver a mis dieciocho años, tan pulcros, soltar mis trenzas y posar desnuda para él y no ser yo quien se tire por la ventana… Sí, yo estoy dispuesta a ser Julieta aunque Romeo escupa sangre y tenga la sonrisa desdentada, A morir por él, que después de tantas borracheras y sifilíticas mujeres agonizó a mi lado y en su febril fantasía, sus últimas palabras fueron de amor Estoy dispuesta a morir por él Y saltar, antes de parir, por la ventana… Escapando de mis padres, Para reencontrarme contigo en Pere Lachaise.

Josefina Jiménez






ENTREMISPIERNAS


A mi perro Sospecha que soy la puta de Caylloma una hora antes cien falos expiraron en mi pubis imagina que todos los hombres se complacieron entremispiernas y gocé orgasmos con las mestizas, las blancas y las negras “Apresúrate, tocan la puerta” la cola es larga, y el papel higiénico caro otro hombre con urgencias de mono jadeante como perro deambula su mirada al compás del chirriante vaivén de la portezuela -como tú - que recorres con esa lengua versada el botón rojo que palpita yuxtapuesto al tatuaje Me nace el talento de la puta de Caylloma en Lima hace frío pero la putería lo calienta todo el lunar de mi pecho contabiliza los minutos que circulan como cuerdas en la habitación de paredes de papel hay un hombre y otra mujer que gimen buscamos un agujero donde filmar a la salivada Eva engarzada al macho. Y sin dolo, como diría el juez que se abanica con billetes coimeros en el Parque Universitario terminamos sentados en la última banca de La Merced agradecemos por volver a ondear los faroles de Quilca de paso prometo ya no sentir cosquilleos en el capullo -que presiono para amordazarlo- “Padre nuestro que estás en mi cielo...” el murmura “puta” incrusto mi lengua en el orificio de su oído y le susurro “perro” Mientras la virgen nos sonríe. Zoila Capristán





CATULIANA

Beto : Acuérdate de la Olivia aquella a la que conocimos juntos y tanto amamos , a quien deseamos más que a las modelos de las revistas con que nos masturbábamos . Esa , la mosquita muerta que no deshojaba zippers sino pétalos de rosa , la que vimos únicamente por su aduraznada piel y su manera de manchar la mezclilla con belleza , ha fornicado siempre con quien se lo pide y nosotros la sublimamos sin darnos cuenta . Príncipes azules no fuimos ; si acaso , morenos redentores de putas . Cuauhtémoc Méndez Estrada .




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Poemas de James Quiroz

marzo 23, 2018 Sergio Gómez Reátegui 1 Comments



UN TATUAJE EN LA PIEL DE LOS INCENDIOS



He visto cruzar la eternidad como un relámpago feroz y luminoso. 
He visto a los ancianos arrancarse los ojos con el filo de esa luz. 
Pronto dejarán el tiempo y el eco. 
Un látigo invisible desdibuja sus rostros. Sus voces arrancadas como cáscaras silencian este pueblo. 

No sé donde estoy. Estoy sin tiempo. Condenado a ver ese rayo crepitando en las hermosas espesuras. Sin esperar gloria o calamidad. 

Y sin embargo arranco fiero los pistilos y los lascivos pétalos. 

Danzo en el milagro de lo acontecido. 

Vida, esa palabra 
desprevenida usada por los hombres 
para inmortalizar su duración. 

Carnaval de rostros mutilados. Incendio desafinado de truenos. 
Oh dioses que parieron el cuerpo y los gusanos. 
Levantad sus cabezas de anguila. Acepto el vino y la carroña. 
¡Tiemblen, que es a un hombre a quien enfrentan!



MI PIEL ES UNA CONTINUA EXPLOSIÓN DE ASTROS MORIBUNDOS 



Guardo sus llaves, oh beldades! 
Se me hace fácil imitar el color del cielo, ya creerán que quiero socavarlo, soterrarlo. 

Concededme la gracia de succionar el néctar de la mortalidad por los años suficientes, venideros, para retratar la desventura. 

¡Cuántas palabras cuneiformes cuántos mancebos cuántas escrituras! 
Escucho el cantar de las tribus, sus lenguas sudorosas, los sagrados cuchillos. 
Veo a los cerdos desangrarse con la piel destazada. 
Lo que resta al final de la barbarie es una mueca espeluznante, digna de ternura. 

Cuánta sed inundó los campos de estiércol. El fuego perpetuo de los dioses arderá en nuestra dura travesía y los cuernos seguirán sonando en el yermo campo de batalla. Y tu voz ensangrentada, amigo, será leña para mis ágiles despojos. 

En el rugir del camal desearás la muerte segura y no la niebla del verdugo. 
El mar es el fósil de un animal que se extinguió hace siglos. 
El mar se ha retirado y veo tus venenos colorear las orillas con espuma negra. 
Mi piel es una continua explosión de astros moribundos un enredo de raíces y vegetales luminosos cuya naciente es el centro de la tierra.  

Mi voz es el cancionero extraviado de los moros, arde en la escritura extinguida de los muchiks. 

Al son de mis muñones canto. 

Escribo en la lengua de un reptil y este se despierta de su interrumpido letargo, contiene el dolor, un río rojo inunda el poema que se escribe con las pieles de los guerreros chimús que fueron mis ancestros: 

“No queremos nuevos dioses”, escupió Minchancaman sobre el joven príncipe, antes de ser esposado con la hermana de su enemigo. 

¡Oh, abuelo Guaman Chum! ¡He bebido tu grandeza en estos vasos ceremoniales! 
En esta piedra escribo, escribo para salvarme. 

Catástrofe fósiles barcos fantasmas, mástiles encallados, caracolas que contienen la sustancia sonora del tiempo y atroces batallas de conquistadores, se subleva un ejército de guerreros muertos destrozados por los arcabuces y otro yo en otro tiempo es el que sangra y la tierra ha vuelto a nacer. 

Me siento a esperar las estrellas, a purificar mi garganta con la herrumbre, si me levanto una nube de ceniza me cubre y me hunde en la noche, su manto cubre mis llagas, soy solo uno y uno entre todos y mi dirección es desconocida. 

Ahora deambulo solo, como el último hombre de la tierra.



POEMA ARDIENDO EN LA NIEBLA 



He viajado toda mi vida sin detenerme a pensar a quién confié mi destino. 
Solo vi el desierto de Paiján y molinos. Me creía inmortal. 

En un camión destartalado y sobre las piernas de mi madre mis ojos escribían los poemas del futuro. El mar venía a nuestro encuentro.

Árboles ancianos me daban sombra. Músicos pedían limosna por sus repetidas canciones. Luego partí hacia extrañas peregrinaciones. Me puse mis sandalias y busqué flores con extrañas fragancias, mujeres con amables gemidos. 

Ahora emprendo otro viaje. Detrás del cristal, la penumbra. Las improntas celestes, los ojos amarillos. En el reflejo, los párpados cerrados. ¡Cuántos astros vi apagarse, cuántas fuentes secarse! Y en mi mente, la edificación de la memoria. 

Estoy en camino. A medida que me acerco me alejo y he oído que los dioses sujetan las manos del titiritero. 

Duermo y avanzo, continúo con mi música. 
Música sin registro, un planeta fugitivo al fondo de mis ojos.
En algún lugar de mi mente el sol es una bestia engrilletada, el firmamento un campo de batalla en donde hemos perdido sin piedad. 

Nosotros somos esos astros apagados que creemos mirar a lo lejos. Alguien nos recuerda desvanecidos. Somos el pasado.



POEMA PARA SER BAILADO EN CARNAVALES 



Recordad mi historia, infelices! 
Recordad la tierra, el cóndor no nacido, las falsas profecías, escribir es recordar el apocalipsis, recordadme en los postigos del infierno, a la hora de escarnecer mi rostro, a la hora del desenterramiento. 

Los trajes de juventud aún se llevan con holgura; los ebrios asesinos no han subido al departamento; los caballos, no divisan la plaza. 

Un miedo sobrecogedor discurre por mi sangre. Escucho el ruido de los cascos abrir la tierra. Bailo la danza de los cadáveres recogidos por la punta de las lanzas, dios mío, dios Inti, ¡cae tu orgullo desprevenido!, tus labios van silbando los últimos vestigios de una tarde desarmada, la humareda roja, la plaza inmolándose, la plaza en llamas apagadas, los cántaros recojo, los bordados y las quenas que resuenan febriles en los pueblos que recorro santificando el nuevo orden. Es nuestro el oro. Siéntese, escribidor, hoy todos folgaremos! 

¿Cómo te atreves a bailar en mi nombre? 
¿A tomar a mi mujer y a mis hijos y a ponerles tu apellido? 
Catequil sonríe y oculta su rostro 

Y por mis ojos aparecen góndolas fúnebres, puertos hundidos, flores del mal tiempo, heraldos decapitados, trotando dementes en sus fosas, como si un mar regresara a rematar a sus muertos. 

Es el día de la fiebre. Y estoy viendo correr a esos caballos desbocados, esas hormigas espantosas que aniquilan mi pensamiento. Con mi brazo cercenado espanto a los búhos. Vuelvo al presente, pero el tiempo carece de mejores argumentos que estas botijas vitivinícolas para demostrar su talento. 

Ámame, pequeña, en unos veinte años no reconocerás al hechicero. Belleza de arena, flor encarnada en la retama, el vino ha hecho surcos en mi rostro. Te entrego estos desmontes primitivos. Sé que un día preguntarás por mí y no habrá nadie que recuerde haberme visto. 

Tomé agua de mercurio, me bañé entre latas y óxido, en los acueductos me fracturé una mano. Soy de mineral y líquidos, soy el recuerdo que hoy ignoras. 

Ámame hoy que puedes besar mi rostro, ahogarte en mi boca. Admira esta costra, mi costra definitiva. Báñate en mis aguas. Mañana, la sequía las desaparecerá.



EL SOL DE LOS CREPÚSCULOS 



El agua se acaba el mar se acaba no tenemos nada 
El mar se ha retirado ante nuestro paso las anguilas los peces disecados 
El sol vencido los alegres bosques se negaron a ofrecer su sombra 
Había una vez un planeta de pronto no hubo nada 
Hasta huyen las palabras se quebraron las ideas 
Las plantas artificiales son bellas tome señorita de la esquina 
El grupo electrógeno ilumina los maniquíes 
Millonarios saquean los supermercados 
El pollo de granja las vísceras de los damnificados 
Todo es bueno si llena la panza lombricienta 
Hermosas ruinas profetizaba el poeta 
Los poetas se fueron a la guerra del jardín de su casa 
Qué comeremos hoy un cuchillo ensangrentado 
Caballero compre estampillas aquí había un país 
Aquí un edificio una estatua un río unos niños 
Ya no tienen rostro te presto mi rostro 
El mío la bomba arrancó en Hiroshima 
El mío en Roma arrasó un tanque  
El mío en las aguas del Putumayo 
El mío nunca existió soy un no nacido 
Somos las máscaras informes 
Los futuros desiertos desaparecidos 
Bienvenido al duelo por los lagos 
Bienvenido al duelo por los icebergs 
Bienvenido al llanto de los prófugos cubanos 
y los fundamentalistas que golpean su cabeza en los muros 
No hay apostillas para la barbarie me niego a escribir un poema 
Me niego a cargar mi ataúd por la plaza como un nazi 
Mi nombre es una mancha negra en los archivos paramilitares 
Lárgate serrano ya no me sirves después de las elecciones 
Me niego a hablar en falso y a ponerme una nariz 
Me niego a ponerme una bacinica en la cabeza 
A caminar sobre cables de espanto a cuatrocientos metros de altura 
No me jugaré la vida por enmudecidos endebles 
No cantaré la vida mientras tenga un hueco en la sien 
Mientras una explosión asalte mis oídos 
Yo sé que el tiempo no es la palabra con que lo nombramos 
Yo sé que el hambre no es la palabra con que lo nombramos 
Ha oxidado nuestros cuerpos y ha carcomido las paredes 
De nada la melancolía y la resignación de los docentes 
El sueño de los tibios de los mediocres precoces  
Ya no queda más por escribir No sé qué más escribir 
Este silencio ha mojado las raíces 
La única identidad es la tumba 
La única certeza es la caída de los muros 
La destrucción es garantía de existencia 
El miserable no quiere que lo llamen por su nombre 
No sé por qué no me convence tu sonrisa 
Será que doblas tu voz ante el teleprónter 
Será que a 4 mil m.s.n.m. la vida te importa una mierda? 
Despierta hermano, dios te ha visto muy cansado 
Suaves espectros cruzan la ciudad por donde hace siglos paseaba la luz por sus ojos 

Un hombre se para frente a una iglesia y pregunta por sus manos 
Otro hombre busca en las estrellas el destino del universo 
Otro hombre quiere celebrar la vida pero está muerto 
En la piel mudada de la serpiente Sobre océanos arrasados Escribimos los códigos que por indescifrables serán arrojados al fuego 

Estoy saboreando los ardores de la herrumbre 
Se enciende mi boca en los desiertos de la nada 
Esto que ves no fue así todo el tiempo 
Cae como una cascada el tiempo y se rompe la memoria 
Ríos de lava discurren hambrientos por las desembocaduras de las calles de Pompeya 

Un semihombre ve derramados sus sueños en ese río
Un mortal transita el sinsentido del tiempo 
No puede desistirse tampoco arrepentirse 
Un niño levanta castillos y ejércitos en la playa pero no puede despertarlos de la arena. 

El sol es un viejo vagabundo que pasea cabizbajo a las 18:30 
No dejes que la coyuntura te destruya la vida 
No dejes que la poesía te destruya la vida 
No dejes que las fosas llamen por tu nombre 
Yo que nadé en los labios moribundos del Jequetepeque dirigiendo el vuelo de los gallinazos 

Yo que jubilé al espantapájaros en su labor de ahuyentar a los puercos 
Yo que en ese río me bañé bajo las aguas de una mujer insaciable 
Yo que leí bajo el mar un par de libros fosforescentes 
Yo que conocí a unos poetas y a unos cuantos profetas 
Yo que soy Yo que seré Yo que he sido Yo que seré 
Un enjambre de ánimas pasea silencioso en el porvenir del lenguaje en el porvenir de lo vivido en esta niebla densa 

Ritmo vertiginoso Piel Barbarie Naturaleza El hombre 
Música Deshielo 
El desembarco ha sido inútil He dejado mi piel sobre los mástiles He buscado en las orillas que parecían fronteras un signo de redención dime qué ha quedado 

Despojos Mis ansias de correr y de llegar adonde nunca 
Dónde nuestro apellido Dónde nuestros huesos 
A los cinco años encontré una palabra hermosa y la veneré con mis labios La hice sol con mis manos 

Estábamos en el mismo barco esa noche cuando zarpamos 
De pronto el ruido la inmensidad recostó nuestras mentes y luego 
El lento fluir de las ondas 
La desaparición 
La expedición de nuestra especie creyó desobedecer a esos ciegos dioses 
Oh desaparecidas costas de Pacasmayo! 
Oh cántaros enmudecidos del Jequetepeque! 
Oh gran Pacatnamú apiádate de nosotros! 
Ese fluir ese sordo maretazo ardiendo como una bestia 
Me levanto y los ríos dormidos despiertan 
Generoso Pacífico escucha chapotear el arrullo portentoso de las balsas 
La musicalidad vigorosa de los muelles 
Se nos complicó la huida en el camino 
Descendimos en otras islas Hemos perdido la inocencia 
Empiezo a transcribir la milagrosa música del hueso

Sigo el camino que mis ancestros despreciaron 
Ya he bebido demasiado y no me he emborrachado El mar me ha sido insuficiente 
El último secreto por conquistar no está en las olas 
El último secreto no está en las espumas ni en las orillas 
El último secreto ardía en los más inocentes juegos 
En la boca del niño que conmovió a las pequeñas flores 
Generoso Pacífico mira cómo juego en el chapoteo inútil 
Tú que me viste zozobrar hoy me desvistes con tu lengua 
Nada te importan mis atuendos mis ofrendas mi spondylus maravilloso 
Estos mis malditos ojos que se encadenaron a una memoria 
Estos mis dos pies que no se doblaron ante un templo 
Esta es mi mente que culminó todos sus sueños 
He visto al relámpago cruzar las fauces de los tiempos y ha enceguecido mis ojos 
No me importa No he perdido lo más importante como para no darme cuenta de su enojo 

Mis sandalias con las que avanzo y volveremos a hacerlo 
Aullando sin remedio 
Cuando queden los lagartos y los berberechos y el bacilo de Koch, 

Aún cantaremos perplejos lejos de los abismos celebrando un no tatuado silencio en los relojes 

En el recodo inanimado de los bordes que inventaron los hombres le pondremos un nombre a esta historia 


Y dios juzgará


JAMES QUIROZ 


Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Trujillo. Magíster en Derecho Penal por dicha casa de estudios. Ha publicado el poemario "Rock and roll" (2015). Es coautor del libro de Derecho titulado "El proceso especial de terminación anticipada y el derecho a la presunción de inocencia". Actualmente se desempeña como Fiscal Adjunto Provincial Penal en el Ministerio Público de Cajamarca. Ha obtenido los siguientes reconocimientos literarios: Segundo Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Universidad Nacional de Trujillo el año 2010. Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuento "Germán Patrón Candela" convocado ese mismo año. Mención Honrosa en el Premio Nacional de Poesía "Javier Heraud" el año 2011 convocado por el Ministerio de Educación.

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Poemas de Diana Moncada

febrero 26, 2018 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments




Giovanna, no seamos cómplices*

El mar está sucio y las flores claras enturbian la liviandad de tus ojos. Si de memoria se trata no seamos cómplices, Giovanna. Admite que los brazos se te entumecieron meciendo un adiós aletargado. Admite que el sofá quedo vacío, que las huellas se desintegraron ante el descuido, que somos escarcha arrinconada entre viejos trastos y que la memoria se esconde de nosotras para confundirnos. Tu cuerpo, apenas perforado por una mañana hambrienta y sin temor a besar los gusanos de la noche, aun no madura. Lo miro disuelto entre disparos azules, luminoso, a punto de saltar hacia los témpanos antiguos.
Leo tu sexo como la cáscara suave de los temblores. Reprimes el grito, danzas atravesando la niebla andina, cantas un viejo blues para evadir los barcos que llegan incendiados a la orilla de tu desamparo, pero ambas sabemos que cierta forma de morir más ruda nos espera.
Tu silencio se abre impúdico, estás como muerta en una cama ajena imaginando la guerra. Lavo tu boca con estupor, intento nombrar la ternura de tu desnudez mientras te ríes como loca burlando a los espejos. A ti pertenecen los aullidos vagabundos, los esputos de los viejos, el desorden de las resacas y una lengua extraña.
No sabes a dónde ir, Giovanna, los caminos son de agua y de agua los tormentos del futuro. Tu furia se hinchará obscena por toda la casa y lanzarás maldiciones hacia la inmundicia del cielo. Nadie podrá detener tu cabeza estallando contra todas las paredes. La cicatriz latirá fuerte contra la tierra, contra los hombres solos y temerosos que huyen de ti.
Sé de tu abandono, sé que hundes tus entrañas en una habitación remota para ocultarlas de ti misma. Repites la trampa conmigo y me confundes, busco las migajas de tus palabras en las servilletas arrugadas pero tu mutismo ha erigido una catedral sin fondo.
Creíamos que la costumbre de recordarlo todo / era razón suficiente / para lo indispensable. Agujas extranjeras empujan tus recuerdos hacia el sur. Tus manos, aun serenas, traman las historias de tus antepasados, arrastran suavemente la nostalgia blanca de los espectros y atraviesan los reflejos obstinados.
Tus frutos aún no maduran, Giovanna, estás tan lejos, tan sola. Tu sensualidad es un santuario mínimo, como la fruta que juega a caerse durante las mañanas de octubre.
Frente a tu ventana las olas se baten cansadas, miras el horizonte y piensas en las cuatro estaciones del pasado abandonadas en una huida interminable.
¿Qué es lo que esperas, Giovanna? ¿Qué venganza estúpida planeas en las faldas de una montaña innominada? Aquí no hay dioses, ni templos, ni pequeños ángeles revoloteando en la aurora. Aquí la calle es una sola, larga y marchita, llena de ojos y lenguas atroces. Tú brillas indómita sin entender nada, vaciándote, vaciándome, vaciando este lugar enmohecido de secretos.
Giovanna, tarde o temprano tus personajes aniquilarán tu imaginación y yo me extinguiré con ellos. Las ramas desnudas del norte te lanzarán mensajes de desamor. Todos dormiremos mientras persigues el ala carcomida de la belleza. Volveré a la fosa mientras descubres tu vulva rosada latiendo en una caja de regalo. Viajarás sin mí, sin nosotros, a través de un pasillo de claras protuberancias.
Giovanna, desenvaina tu espada, el simulacro apenas levanta su telón.


* Los versos en cursivas son del libro Las historias de Giovanna, primer poemario de la poetisa venezolana Miyó Vestrini, publicado en el año 1971.



***

La negritud de un lejano caballo ha traspasado mi temblor nocturno
he sostenido mi espinazo apenas con la soga de un corroído recuerdo
el sueño se erige sobre mis ojos como un oráculo de muerte
mi rostro huye
le he tramado una terrible artimaña
he tocado el hueso del grito
y heme aquí lavando mis senos con el agua turbia de la boca de los lobos
Arrastro mi desespero mi desconocimiento
estoy en el umbral de una tentadora puerta
me hallo ante el túmulo de luz salvaje
me prometo habitar las carnes rotas
me prometo el cuerpo
me prometo abrir la cáscara andrógina
ser mujer-hombre
lamer y lacerar un solo vientre. Ser mi hija y mi madre
parir entre el moho relucientes cabezas y olvidarlas.
Olvidarme
Habitarme de forma absoluta y luego arrojarme de mi misma.

Me espanta esta hambre y esta carencia
y me espanta no sentirla cada día
El tiempo fue tiempo hasta que se detuvo ante mi sexo
La soga está frágil
hay dientes, cuchillos y garras devorando parajes y cielos
la soga está frágil y ya no quiero sostenerla
duele, duele el retorno
mi cuerpo se inmola se desgaja se lacera
la soga está rota
las ruinas laten sobre el sol.


***

Días

Hay días como hoy
en que la costra del mundo me supura adentro,
entre tripas hinchadas y rencores rancios
entonces me hundo como un esputo entre el lodo de una calle desvencijada
y cierro los ojos pensando
que nada hay detrás de este sueño curtido
excepto lo que se repite y se repite
y te repite.




Nombrar

Pierdo mi rostro
soy una balsa límpida flotando en las blancas rajaduras de la memoria.

Me deletreo en la crudeza del lenguaje 
como una palabra turbia,
la que elegí para nombrarme
con la autoridad que tienen las costras al nacer.






Diana Moncada (Caracas, 1989)


Poeta y periodista cultural venezolana. Autora del poemario Cuerpo crepuscular, que resultó ganador en el Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila en el 2013. Prologuista del libro de entrevistas literarias Al filo de Miyó Vestrini, del sello editorial Letra Muerta. En 2016 ganó una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas». Su trabajo periodístico ha sido publicado en diferentes medios de comunicación venezolanos y sus poemas en diversas revistas y plataformas. Administra su blog personal Antología de la Conmoción. Actualmente reside en la ciudad de Lima, Perú.

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8 poemas de Eugenia Coiro

febrero 11, 2018 Sergio Gómez Reátegui 2 Comments



***
Es verano. A las ocho el sol ya se ocultó tras los edificios aunque todavía el cielo está celeste y las pocas nubes no se incendiaron de rojos.

Me recuesto al lado de las cañas, estiro los brazos, los aflojo y miro al cielo. Una nube inmensa pero muy sutil es inequívocamente un caballo fino y robusto que corre hacia mí. Adivino sus líneas perfectas. Hasta que el viento le exige demasiado. Cuando pasa por el techo vecino, del corcel no queda más que mi recuerdo intencionado.

Fijo mis ojos en lo celeste. Dos pájaros vuelan tan alto que solo los veo aparecer intermitentes puntos negros.

Si giro la cabeza a la izquierda, el sol prende el amarillo de un tanque de agua. Pero vuelvo arriba. El calor de la tarde se dejó ir como el caballo.

Pienso en el viento fresco, apenas una insinuación del alivio.

Sin embargo, este rato, este ahora que se ha prolongado, resulta ser un momento de llegada. En este ahora, nada proyecto, no espero nada.

En la terraza lindante la luz dibuja las escaleras metálicas sobre la pared recién pintada. El color es el de un cerro seco del norte.

Ahora el ficus renueva el verde en brillos amarillentos. Y veo en el horizonte, sobre los edificios, el smog suspendido de la autopista. Se vuelve rosado.

Unos pájaros dan rítmicos pitidos. No es un canto, es la alarma de la noche que empieza a cubrir.
He llegado. Me entristezco solo un poco. Como una niebla húmeda.

Acaso la conciencia en mí siempre sea conciencia del fin.

Fragmentos del fin, Viajera, 2016.

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Cuando no soy nadie
yo sola en la casa que armé
con los huesos del pasado
yo en silencio
el cielo de Boedo
siempre más amplio
yo volviéndome prosa del poema
completo los espacios
con palabras.
Fragmentos del fin, Viajera, 2016.

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Alguien alguna vez me regaló Trilce. Lo hizo sabiendo que me gusta Vallejo. Tal vez, sabiendo además que ya había leído ese libro, que era mi preferido.

Quién me hizo el regalo no lo sé, la página en la que estaba escrita la dedicatoria fue arrancada.

Aparentemente en un acto cargado de bronca o despecho. Quedaron pegados al libro indicios de la hoja perdida. Dientes del papel ausente.

Mi memoria me priva de saber qué amor mío tuvo tan buen tino para elegir el obsequio. Pero aparte me quita también el momento de tristeza o determinación fatal en el que decidí deshacerme de las pruebas.

Es una doble pérdida, una múltiple pérdida, haber destruido esa hoja. No poder reconstruir esos dos momentos.

Fragmentos del fin, Viajera, 2016.

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Me siento tan lenta
en esta casa la gravedad tira más fuerte
todo se ha vuelto viejo, denso, más pesado
las cosas pesan
sobre mí, elefantes grises arrugados se descascaran
los cuadros
las piedras
los libros
recuerdos
pequeños objetos que también pesan
pesan
en mi cabeza
en el jardín cada planta da flores
rojas con tintes oscuros
las moscas se posan
o mariposas
con su peso
los pétalos se arquean
pesadamente hacia abajo
pero no terminan
de vencerse
pesan
no caen.
Fragmentos del fin, Viajera, 2016.

****

no escribo la unión
indecible
sino el dolor
de maderas o incienso
ocre siempre de tarde
los movimientos lentos
en una línea continua

no digo caricias
sino automatismos
vestigios de antiguos gestos
animales
contracciones musculares
no sé
involuntarios
inciertos
ondulados

no hablo de cuerpos
ni siquiera de formas

todo vibra
fuera del tiempo
sin bordes
imposible distinguir
fragmento, resquicio
grieta o separación
como el recuerdo
de una danza
un reflejo sobre el agua
Agua o niño que corre, Viajera, 2014.

****

una forma translúcida
elástica
flota se deja llevar
danza
el agua en remolinos
las vueltas suaves
el cabello
algas
tierra
una estrella
pequeños caracoles
caballitos de mar
todo flota
en la noche
fluorescente
un cardumen azul
se fuga
hacia arriba
Agua o niño que corre, Viajera, 2014.

****
                                                             La luna filosa brillante
                                                             blanquea las hojas
                                                             el suelo blando
                                                             leve
                                                             a cada pisada.

El monstruo la espía
la espera en silencio
se vuelve de forma casi humana
cuando la ve.

                                                                                               El piso forrado de hojas
                                                                                               la hiedra en el muro
                                                                                               la sombra
                                                                                               la casa vieja vacía
                                                                                               soledad.

                                                                                               Ella planta un jazmín y espera.

Él adora ese olor a nardos
esos labios finos que se pierden
el color de su piel clara.

                                                                                               A ella le gusta cerrar los ojos
                                                                                               adivinar su llegada.

                                                                                               Si los pájaros enmudecen
                                                                                               si los insectos detienen
                                                                                               el zigzagueo errante sobre el agua...

                                                                                              ¿Cómo será su lengua?

Agua o niño que corre, Viajera, 2014.

***

el lago espejo
cielo celeste perfecto
montaña dibujada
inaccesible el centro del lago
la profundidad
lo de abajo
lo de adentro
lo que ha crecido
formado
vivo
lo vivo    él eso
piedra
huevo
cáscara animal
en verde musgo negro
tibio adentro
blando
esponja de lo vivo-muerto
gestación
hacia adentro
dilatación silente al fondo

y afuera
solo una imagen
una fotografía del paisaje
una vista
puedo aguzar el oído
esperar un chasquido
mojar las manos en el agua helada
nada me acerca
imposible conectarse
percibir sin saber
sin desear
necesitar
formar parte
formar completitud
gigante mundo
enroscados unidos pegados
uno
los dos
adentro
no enamorada
absorbida

generación espontánea
la espera eterna
cada segundo de expectación funesta
lo oculto (prohibido por el tiempo)
mito amor
¿amor?
¿destino?
reflejo
reproducción de la vida
lo vivo en mí
lo animal.
Agua o niño que corre, Viajera, 2014.
EUGENIA COIRO
Nació en Buenos Aires, es periodista (Tea) y correctora literaria por el Instituto Eduardo Mallea. Actualmente realiza diversas tareas para Viajera Editorial. Dicta talleres de escritura en Siempre de Viaje-Literatura en progreso. Además colabora en la producción de encuentros artísticos y literarios, tales como la Maratón Viajera (2012), el Proyecto Invierno Pasional (2013-2014), el Minuto Terror (2015), el Texto del Año (2016). Ha publicado los libros: 374 (De los Cuatro Vientos, 2007), Bengala Hotel (Viajera, 2011), Agua o niño que corre (Viajera, 2014) y Fragmentos del fin (Viajera, 2016). Ha participado de las antologías: La tinta y el blanco (Ediciones Mallea, 2009) e Himnos Nacionales (Años Luz, 2014). Entre 2009 y 2011, algunos de sus poemas fueron publicados en la revista española Cuadernos del Tábano. En 2014 fue invitada al V Festival de Poesía de Lima. Además, realizó lecturas performáticas para las presentaciones de Mis peores poemas de amor, de Karina Macció, e Incidentes, de Susana Cella. Participó en la puesta en escena de poemas en el «Ágora de los Libros» de Marta Minujín.

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