4 poemas de Paola Dávalos

junio 04, 2019 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments


Lima (1991). Formación autodidacta. Gestora cultural y poeta. Cofundadora de Días Circulares (difusores de poesía) e integrante del grupo artístico Gugú Dadá (poesía y música) - 2017. Primera publicación en la antología Al Filo del Sol -  2019. Tiene inédito el poemario La Cuarta Estrofa. Ha participado en distintos recitales, homenajes y eventos de poesía.

La rosa

Ahí está la monstruosidad, en la rosa,
de  pulcra fragilidad, garbo elegante y delicadeza impuesta,
guarda su ferocidad con recelo,
pero no termina de esconderla, la he visto,
en el laberinto de sus pétalos 
yace su mirada despiadada,
acecha a quienes pasan frente a ella 
y los acerca a su espinosa esencia.
Criatura bella ¿cuántos cuerpos heridos huyeron de tu tallo?
las hojas cargan el rocío que no llega a tus labios  enrojecidos de sed
sin embargo, la falta de riego no apaga la voz ni la mañana
y ella exclama:
Hoy se acaban las batallas áridas
¡Endebles  y cobardes no me estrechen su mano!
Crecí guerrera  en el jardín de la noche
mi florecer  es el porvenir de los valientes, 
los busco para ir juntos al edén 
y si allí el futuro está oxidado, 
no temo, somos  hijos  de la muerte,
ella desprenderá todo dolor y todo espejo,
nos refugiará  en el  alba para ser guardianes de otro suelo.

La cebolla y el águila

¡Déjame salir!
¿Por qué tienes miedo?
Lo aprendido ha muerto

Mira a la cebolla
Ella no llora de su desnudez
Puede ser violeta, rosa,
Ambas una misma capa
Hasta que en su más puro centro
Queda blanca, desprendida
Ella es luz sin humor ni llanto

Tengo miedo.
¿A qué le tienes miedo?
Si abandono este pico y estas garras  ¿dejaré de ser águila?
Desafiarás  las rocas
al aire en  las montañas más altas
y el cielo entero escuchará tu grito.

Tengo miedo. ¿Qué pasará  si alzo mi vuelo y caigo al vacío desde lo alto?
Te levantarás, conocerás la tierra,
fortalecerás tus garras caminando
mientras tus alas se recuperen
y cuando nuevamente
te envuelvas en el viento y su corriente,
tu voz aún más profunda
se escuchará
desde el suelo hasta el infinito.

Tengo miedo. ¿Qué pasará si al alzar mi voz con tanta fuerza, termino por perderla?
Aprenderás a escuchar el canto de otras aves
cruzarás las fronteras de tu cueva
hasta que tus alas se cansen del viaje, entonces
tus cuerdas vocales abrazarán tus ojos 
consolando el brillo de la vasta noche.

Tengo miedo. ¿Qué pasará si de tanta vida lastimo mis alas, la vista y mi voz?
Cuando haya terminado el camino y nada puedas hacer,
seré tu más puro centro
desprendida
sobrevolaré tus pasos, aquellos que has dejado
Hasta ser luz sin humor ni llanto.

Mayo

Cuando respiro…
el aire danza en mi cuerpo,
pero ella, ella le dice al viento cómo 
moverse,
dirige el timón con sus pestañas 
y alumbra el horizonte.

Antes del vientre y su nombre
era mayo de cabello rojizo
eclipsado
carácter
arrebatado
de cuestionamientos universales;
a capa y espada
su mente embistió 
con palabras muy claras
ferocidad y recelo.

¡Es mío! Se defiende.
¡Mayo!, querido Mayo
el mundo te ha nombrado
no juegues 
a los roles detractores
lidera tus batallas 
y canta
canta en la dimensión más tortuosa

Crece, crece,
crece la puerta del dormitorio y se aleja
se hace más grande
creces, creces,
creces a la altura de tu sombra,
pero ella se hace más grande…
el temor
alcanza
el salto y 
los pies
queman en su cabellera.






Mayo es un taurino
hecho de tiempo,
tiene dos columnas vertebrales
que emergen hincando el pensamiento,
frente a frente el camino es de algunos años,
pero el lomo y su bravura
son el cuerpo intimidante que ha tomado su inocencia de trofeo.

Relinchen, ataquen
no contra el espejo
que las almas se quiebran,
si no a la entrada de este coliseo
establos de tiempo
y estacas punzantes de orgullo.

¡Záfense de estos muros!
esta plaza no es,
tampoco se llama plaza,
algunos títulos mienten su existencia.
Una vez fuera
pregúntenle a sus sueños si tienen nombre y síganlos.

Rompan sus espaldas de ese lomo,
caerán
no teman al vacío que allí nacieron 
y un poco más al fondo
está mi madre 
esperando.

Cuando respiro…

después del vientre y sus nombres
los reconozco
son dos días los de mayo
que pintan en mi sangre
y se derraman.


Infortunado


El sol irradia osadía
en el cuerpo desnudo del infortunado,
consumido de circunstancias 
suda áspera la pobreza
de su herencia, 
que lo administra otro (sujeto no-masa)
a quien debe entregar su cosecha,
frutos pasmados de horas in-de-vidas
¡suelo árido maldito!
a penas un sueño brota lo quemas

Arremete contra los millones de granitos de arena
que por debajo de él lo sostienen
como si pudiese deshacerlos más;

Yergue sólido con las piezas que armó de sí,
el tiempo se hizo hierro y se fundió en su piel
labrado con los incendios revoltosos
que no logró contarlos ni apagarlos
pero aquella combustión 
al fin y al cabo, es su legado

No sabe cómo, pero llegó a la cima de vacíos,
un montículo de carbón frío
donde la altura no es problema de oxígeno,
pero sí, soledad de embriaguez

La lucha es mi lugar y aquí no hay nadie
o quizá el sol me ha cegado: ¡qué tirano es!
Debo irme, buscar otra sombra donde hallarme
el horizonte, febril, delira rojizo
veo rocas llorar de grietas
el sueño recorrer mis venas 
el perdón rugir un largo camino
y las ramas secas cantar
“dejad tu cuerpo de hierro y sed la noche de todos los paisajes” 
oscureció, y aquel suelo inhóspito que dejó, saludó orgulloso a su nuevo cielo.

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