Poemas de Erika Martínez

noviembre 04, 2017 Sergio Gómez Reátegui 1 Comments


ALBADA VERTICAL



Escalador de mi fachada,
artesano del aire,
el hombre que contemplo
ensaya técnicas de altura,
conoce con sus manos la ciudad.

Cada mañana posa sus zapatillas de ave
sobre mi alféizar:
desciende sistemático, puntual
como las pesas de un reloj de cuco
y remueve con su cabeza
la paz de mis cortinas.

A veces imagino que su arnés,
celoso de mis besos, le retira el abrazo.
Mi amante vertical me mira entonces,
suspendido un instante entre las nubes,
y se esfuma
dejándome un rumor de cuerdas.

(Color carne, Pre-Textos, 2009)



LA CASA ENCIMA



Tantos siglos removiendo esta tierra
que atravesó el ganado
y alimentó al ganado y a los hombres
que regaron esta tierra
con el curso negro de su sangre
-la sangre cambia de color
cuando sale del cuerpo-.
Tantos siglos alineando ladrillos,
aquí hubo un establo
sobre el que se construyó una iglesia
sobre la que se construyó una fábrica
sobre la que se construyó un cementerio
sobre el que se construyó un edificio
de protección oficial.
Tantas mujeres fregando sus baldosas,
pariendo en sus baldosas,
escondiendo la mierda debajo de las baldosas
que pisaron sus hijos ebrios
y sus sobrios maridos
que trabajaron y fornicaron
por el bien de un país en el que no creían.
Tantos siglos para que yo,
miembro de una generación prescindible,
pierda la fe en la emancipación,
mire el techo de mi dormitorio
y se me venga la casa
encima.

(El falso techo, Pre-Textos, 2013)


GENEALOGÍA



El día que me atropellaron
mi madre, en la consulta,
sintió que le crujía
de pronto la cadera,
mi hermana la clavícula,
mi sobrina la tibia,
mi pobre prima la muñeca.
Les siguieron mis cuatro tías
y mis firmes abuelas,
con sus costillas y sus muelas,
con sus sorpresas respectivas.

Entre todas, aquel extraño día,
se repartieron
hueso por hueso
el esqueleto
que yo no me rompía.

Les quedo para siempre agradecida.

(Color carne, Pre-Textos, 2009)



AFORISMOS



Todo corredor quisiera esquivar la meta.
*
El lector codicia esa ráfaga.
*
Somos capaces de sentir con cada parte de nuestro cuerpo. Quisiéramos poder pensar de esa manera.
*
En el aire hay tres tipos de pasajeros: los que desconfían de las máquinas, los que desconfían de los seres humanos y los que desconfían de la metafísica.
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La grieta urgente del cascarón quita el sueño a los que van a morir.
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Rencorosa y nostálgica, la civilización construye una pequeña ciudad dentro de cada bosque y un pequeño bosque dentro de cada ciudad. Se repite este ejercicio hasta el infinito en el interior de cada persona.
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Todo el mundo cae. Sólo en algunos permanece la altura.
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El arte se desvía para alcanzar el centro.
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Un padre y una madre son una deuda que nos hace ricos.
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Los hijos caminan hacia nosotros alejándose.
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Perdonar como quien repuebla un bosque.
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Una larga convalecencia engendra novelistas. La proximidad de una catástrofe, poetas. ¿De qué agujero salen los aforistas?
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Construir una voz es defraudar expectativas.
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El pincel atraviesa lo que pinta y, sin embargo, se dobla sobre el lienzo.
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El mar es un monólogo interior.
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Hay inteligencias tan fértiles que no se bastan con germinar en sí mismas y piensan incansables de cabeza en cabeza.
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El secreto que más nos pesa es el que no tenemos. Inventamos secretos para sobrevivir.
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La literatura pone de nuestra parte al dolor.
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Sólo la juventud es suficientemente osada como para escribir aforismos, sólo la vejez suficientemente sabia. Los aforismos son un género imposible.
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Los ejemplos golpean al pensamiento abstracto. Aforismo: hematoma.
*
Todo aforismo exige su refutación.

 (Lenguaraz, Pre-Textos, 2011)

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