Poemas de Giuliana Llamoja

noviembre 13, 2017 Sergio Gómez Reátegui 0 Comments



EN CONSIDERACIÓN DE LA CARNE 
Estos largos pies de bronce capturan el aire
Se vuelven una vaina de sangre en el pecho que
Con las manos construyen la piel de mi cuerpo
El mediodía asimismo se filtra por la ventana
Sus ojos descalzos a la noche torturan
El resplandor que la vida desata es el resplandor que la vida se lleva y 
Esta ventana una puerta mal abierta
Sospecho que los límites de mi carne
Que los límites de su cráneo no serán hallados en ninguna parte 
Porque ninguna parte es un buen lugar para caer 
Melodías que exigen que abandone 
Cualquier grito que me sirva de resistencia
Los ángeles que conocen la demolición de mis calles son 
Cobras que aletean la tinta que desato
Cobras que cruzan mi cabeza abandonada a la noche
Con su bendición exijo el paraíso que poseo cada madrugada 
¡Que nadie intente profanar mi nombre!
Cambio la carne que me ofrecen o la náusea perdida por el fuego luminoso 
Por el infernal deceso
Por el grotesco y obstinado deceso de mi virtud
Espíritu aullido en el tumulto
Que doliente eres cripta en mis ojos
Hojarasca humeante que incuba el luto de mi lengua y
Su perfume
Un insulto que es fragancia en la hierba de la tumba
Donde mora el verbo solo 
Buitres abrirán el cuerpo 
Menos movimientos vivos 
Menos bulla para el espíritu
Poesía huye de mí ¡Sálvate! 
Silencio es de noche y las
Fieras guardan sus garras en un pozo que hiende ardientes gemidos 
En las paredes mis dientes encajan como cuadros
Y se retiran con los brazos o piernas de algún animal despedazado 
Estos cables disparan sables o flechas
Fragancias oscuras ganzúas con forma de retrato
Maravillada hago a cualquier dios un buen amante
Los fantasmas alrededor de la cama
Ser capaz de responder al misterio con otro silencio
Ser capaz de otro silencio conjurando calamidades
Siniestro desierto es el rostro de este hombre que
Sentado en su cabeza conserva la herida descompuesta 
Presagia legiones en tumulto 
Ningún paso entre las voces de la selva 
El silencio nada tiene que ver con mi vocación de fantasma 
Allí donde el sexo se detiene ofertando el amor entre los vivos 
Los agujeros de las momias se arrebatan cuajos de sangre
La noche y los cuervos que me habitan despiertan en la noche 
Y ella no es sino mi ruta el 
Único sonido cuando acepto que he nacido 



ANIMALES NOCTURNOS 
Has abierto la puerta pero no hallaste a Aleister Crowley
Escarbaste en el lecho de las vastas galerías
El jadeo de las antiguas y cálidas flores mutiladas buscándolo
La angustia ignota de quien va solo a la batalla del contagio con todo placer
Se escondió en el follaje sin tibieza susurrando su hambre
Y el goce de las desdichas que gritan el pecado de la bestia que liquidó el lenguaje 
De los cristianos que insisten en murmurar mis defectos
Y reconocer la perfección del vals
Que danzan los cuerpos con un bastón ilegible en su brutal extrañeza
Te conjuran
Tú que perseguiste el sacrificio de las águilas en el fuego de las sábanas 
Mírate aterido ebrio tras los sórdidos despojos 
Como el soldado que pacta con el enemigo
Entregaste mi túnica mi demencia pronunciada por
El ulular de los lirios torpe cuerpo de actitud temblorosa y 
Aquí estoy en 
Cada esquina como un monumento 
Graznando partituras perversas en la que copa que el 
Vino derrama
En las cenizas
Tras el inocente resplandor que ocultan las legiones de 
Ángeles coléricos de primitivos mortales condenados 
Por el salvaje instrumento de tortura que
Escarba en parentesco de los cuervos y los ídolos que 
Han hecho de su ruina un sudario destinado a
Secar la sangre armoniosa que recorre 
El albredrío de los ahogados en las legiones ocultas 
Para atravesar el cesped destruyo animales nocturnos 
Fieras sacrificadas por Aleister Crowley Imagino tus dominios 
El sendero que persigo
Hoy tomaré tus piernas las hundiré entre las raíces de cualquier árbol e Invocaré tu nombre
Bautizaré a tus hijos y los coronaré con
La baba que expulso en la orilla
Con la rabia que se inocula en la puerta que no terminas de abrir
Trataré de expresar lo que nadie sabe
Las abluciones y los remedios mágicos
Que harán de ti un hombre puro 
Y serás todo claridad
Tu origen bárbaro no te traicionará ni las palabras extranjeras que 
Pronunciadas por un gélido epitafio nos
Digan that is enough that is enough ya basta ya basta
Es la humedad de la desgracia el invencible relámpago sepultado en el lenguaje 
Donde te hallas desnudo y con frío 
¡Agitemos la hiedra de las paredes!
Los agujeros de los muros
El sermón de los curas que ahogan niñas para la ceremonia de su iniciación 
Y hay una mujer que canta
Cuyo eco madura en la fuerza de cualquier garganta
Con el ruido seductor de la belleza de un trueno en pie y 
Una estatua bendecida por las niñas ahogadas por los curas 
Con mi dedo rozo tu cráneo Aleister Crowley
La mitra que gobierna nuestra casa devastada por 
Aquellas vírgenes más puras que esta grieta 
Pero yo te llamo ven a mí y yo te llevaré a todas ellas 
Escanciaré vino en su sexo sinfónico
Alistaré sábanas blancas misterios gozosos
Cerraré sus ojos para siempre 
No quitaré mi mano
Estaré lista para impedir que profanen el sacrificio de tu eternidad 
Y no podrán con mi delirio
Porque es demasiado tarde para arrancarnos los ojos y 
Desmembrar esta córnea si intentan capturar mi luz 
Mañana tomaré tu cuerpo 
Escribiré con tus pies mi rostro mutilado por el tiempo 

Y seré más de una en la harina de tus huesos 

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