No queremos cazar la Noche
Compartimos para todos los seguidores de Bartleby una breve selección de poemas del último libro de Carolina O. Fernández, que fue publicado en agosto del 2019 por Hipocampo Editores.
Entre la umbría y la eternidad.
A Evangelina Chamorro
Cuando todo se muestra difícil y ojeroso
Evangelina rememora las bondades de la floresta
la luz de la luciérnaga es señal de no ser
un bocado apetitoso para el hombre
a bordo de un caballito de agua dulce
resuena el tambor
un barco ebrio
Evangelina parte con su madre por doquiera
porque la vida es un eterno viaje
Su canto de niña
arribó a la capital como
arribó mamá en los cincuenta
Evangelina y madre viajaron en el tiempo
el tiempo negado
el tiempo revelado
el tiempo cordillerano
tiempo del río Amazonas
El canto guaraní en la ópera de San Sebastián
el canto awajún en esta constelación
de estrellas humanas
Cuántos días desolados
cuantos días en ayuno
cuánto caminar hasta arribar al regazo de Lurín
cuánto transitar hasta fundar la Villa de
Nueva Navarra
cuánto navegar hasta el Pacífico
Tu testa y tu canto
más allá del Cantar de los Cantares
Ayer Evangelina
atrapada en un verano que consume
un verano que duele y constriñe
se debatía entre la umbría y la eternidad
torrenciales lluvias flagelaron el respiro
flagelaron el aire de sus aguas
Cuando el peso del lodo la arrastraba
y yo perdía el aliento
sus dientes se aferraron al madero
se aferraron a las venas de los árboles
¡Cuántos veranos fueron esperados!
El río más grande del mundo
quedó en silencio
el río más grande del mundo
se llevó la barca
se llevó tu voz
y mi cordura
se llevó el silencio de la ópera
Rossini y la batuta del silencio vocal
Rossini y el candelabro de Tucumán
Rossini y la nostalgia de Juaneco
La mujer hilandera de los bosques y yo corriendo
de un lado a otro
ante la muchacha que yace bajo el torrente
alud de angustias intestinas
Cuando todo parecía consumado
cuando arreciaba el vacío
atrapada entre el lodo y los escombros
Evangelina tragó el mal tiempo
tragó la furia y la miseria consumista
de la banca vomitiva
tragó el barro el mal presagio
tragó la cólera de las turbias aguas
Y la banca millonaria
y la banca nauseabunda
no se conmueve de los andantes sin sosiego
no se conmueve de los niños sin respiro
no se conmueve del sobreviviente
y su vientre acongojado
Cuando todo parecía consumado
cuando todo parecía sin sentido
Evangelina se levantó
Èchose a andar
con los brazos perfilados de amor.
(Conmovedora fotografia de Evangelina Chamorro sobreviviendo al huayco)
Crema de palabras.
Es tiempo de parir
picar el zapallito
quitar las piedrecillas
cambiar el agua por tercera vez
rayar el jengibre
agregar una copa de cognac
Sazonar con zumo de añoranza
Sin las golondrinas se acaba el mundo.
Mi Cuerpo
es decir mi país
es un campo de batalla
Todo el tiempo ha sido
un campo de batalla
una república oscura
de flores que rehúyen
caudillos de vanidad
entumecida en los lavaderos
profundos de la tierra
Mi campo
mi país gramatical
traición olvidó
estupor
tantas veces un poema ignorado
como el yanantin que nivela
los cerros para construir juntos
la madera de un hogar
o para sacar el clavo de mis ojos
Mi casa
mi país
es el qhapac ñan transitado
de noche en media Luna
Como en tiempos no idos
el Sol irradia ceques
hacia las montañas de las urbes
Ofrenda de los ayllus
a las comunidades no sometidas
en la huaca de mi barrio
Pero no tengo casa ni país
sino un agridulce manzano
que resuena en mis oídos.
Yo perdí el corazón, una tarde lejana
José Escajadillo.
Recuerdo que estuve con usted
en la Habana
recuerdo su cabello largo
su vestir rosa negra
¿Era yo? ¿Su tradición?
su alienígena imaginada un ave silvestre
dudo que usted haya estado conmigo
pero no dudo que usted estuvo en la Habana
No dudo que sentí su atardecer
y su sombra una tarde lejana que paseaba
por sus empedradas calles
Dejó el libro sobre una de sus ramas y sonrió
sentí sus dedos larguísimos
Usted ama la poesía
somos la imperfección humana
Suspiró y escribió algo ilegible
sobre la palma del albatros
encendió la orquídea
la verdad del icaro en la profundidad
del río
Usted recordaba los días de cortamonte
el tatuaje ardiente de trabajador en una usina
de viajero indomable de chico buarque
amable y venturoso
Un día emprendió el último viaje
y se quedó por siempre conmigo
pero no en La Habana
se quedó en el silencio
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