Watanabe embiste
Comparto para todos los seguidores de Bartleby tres poemas del primer libro del poeta peruano José Watanabe publicado el año 1971.
Poema trágico con dudosos logros cómicos.
Mi familia no tiene médico
ni sacerdote ni visitas
y todos se tienden en la playa
saludables bajo el sol del verano.
Algunas yerbas nos curan los males del estómago
y la religión sólo entra en las campanas alborotando los canarios.
Aquí todos se han muerto con una modestia conmovedora,
mi padre, por ejemplo, el lamentable Prometeo
silenciosamente picado por el cáncer más bravo que las águilas.
Ahora nosotros
ninguno doctor o notable
en el corazón de modestas tribus,
la tribu de los relojeros
la más triste de los empleados públicos
la de los taxistas
la de los dueños de fonda
de vez en cuando nos ponemos trágicos y nos preguntamos por la.muerte.
Pero hoy estamos aquí saludables escuchando el murrmullo
de la mar que es el morir.
Y este murrmullo me reconcilia con el otro murmullo del río
por cuya ribera anduvimos matando sapos sin misericordia,
reventándolos con un palo sobre las piedras del río tan metafórico que da risa.
Y nadie había en la ribera contemplando nuestras vidas hace años
sino solamente nosotros
los que ahora descansamos colorados bajo este verano
como esperando el vuelo del garrote
sobre nuestra barriga
sobre nuestra cabeza
nada notable
nada notable.
Las manos.
Mi padre vino desde tan lejos
cruzó los mares
caminó
y se inventó caminos,
hasta terminar dejándome sólo estás manos
y enterrando las suyas
como dos tiernísimas frutas ya apagadas.
Digo que bien pueden ser éstas sus manos
encendidas también con la estampa de Utamaro
del hombre tenue bajo la lluvia.
Sin embargo, la gente repite que son mías
aunque mi padre
multiplicó sus manos
solo por dos o tres circunstancias de la vida
o porque no quiso que otras manos
pesasen sobre su pecho silenciado.
Pero es bien sencillo comprender
que con estas manos
también enterrarán un poco a mi padre,
a su venida desde tan lejos,
a su ternura que supo modelar sobre mis cabellos
cuando él tenía sus manos para coger cualquier viento,
de cualquier tierra.
Informe para mí hermano muerto en la infancia.
Ahora no hay lugar a discusión ni defensa.
La peste tenía su oficio.
Fue duro verte rodar como una semilla.
Yo sobrevivo entre los muertos.
Caminamos por los pasillos como esas silenciosas y vastas posadas.
Respiramos el deseo de huir sin cancelar la cuenta.
Papá escanció su último aire sobre nosotros.
Me acompaña una muchacha parecida a una fuente.
Nos alimenta una licuadora.
Ya empieza el verano.
¿Te ves con papá?
En general, me he vuelto un poco indiferente.
A veces pesa mucho el silencio de los cipreses y los muertos.
“Lo que yo más apreciaba de mi madre eran las frases que tenía, perfectas para determinadas situaciones. Y una vez me dijo una de esas frases cuando yo le entregué un poemario mío, creo que fue Historia natural, donde incluso hay un poema duro sobre ella. Yo bromeando le dije: ‘¿Y? ¿Te gustó?’. Dijo: ‘Sí, está bonito, tú envuelves mierda en papel bonito’. Y creo que es una buena definición de lo que pretendo hacer, o sea decir cosas más o menos fuertes, intensas, pero con un lenguaje más o menos diáfano, transparente.
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