Renato Salas embiste
Compartimos una breve selección de poemas de Renato Salas Peña (Lima, 1971) de su primer libro Lima -Vitarte publicado el año 2005.
Pase, la entrada es gratis.
Soy una mujer, se podría decir:
"estable emocionalmente" aunque
tuve algunos desvaríos en mi juventud,
siempre gusté de ser la más pendejita
en el salón y por supuesto, en las fiestas,
lo de la poesía lo copié de una tal Ollé,
supongo que era una vieja de esas arrechas,
media hippie que de cuando
en vez salen en la sección de los diarios
que nadie lee, vaya encuentros tan
agradables.
Mi primer enamorado al cual amé pero
no respeté, la llegó a meter hasta
la mitad, nada más, la otra mitad
fue concluida por el que ahora es mi
ex-marido, padre de azucarada cruz
que cargo hoy.
Fuí popular en la katerba poética de
los tiempos idos, como suelo llamarla.
Todos oliendo mi trasero y en alerta
para cualquier desvarío que cometiera
en alguna de las excéntricas borracheras
de las cuales estaba tan acostumbrada,
que no sé, si un día habré llegado a perder
el honor o lo habré llegado a ganar,
todo siempre es relativo, moda cojuda
de los 20s y 30s pero que te libra
de absurdas explicaciones.
Ahora cruzo de Vitarte a Lima para
verme con -darling- como suelo llamarlo,
él es un público empleado en uno de
esos agotados edificios y
me lleva a sus reuniones familiares,
polladas laborales y las quincenas y fines
de mes a un hostal con tele.
Y pensar que todo esto lo habría escrito
si hubiera nacido mujer.
Palomino
En la ciudad de Palomino
todos fracasaron
excepto los que
huyeron a tierras
bárbaras
Nacimos en un gran
cementerio en
fiesta perpetua
Nuestras casas eran
pequeños ataúdes
donde nos hacinábamos
generación tras generación
Y todos se conocían
mantenían tratos amicales
comerciales, de pugna
de violación o de matrimonio
En la ciudad
se llegó a crear una raza
En la ciudad
todo era motivo
de carnaval, feria
fiesta, orgía, aquelarre:
se robaba luz de los postes
del gobierno y
se bailaba, tomaba, fumaba
semanas de semanas
hasta que éramos
expulsados del trabajo y
de allí se iniciaba la fiesta de verdad
La ciudad se peinaba
raya al medio,
era y es la única
ciudad peinada
ni Brooklyn, Montaparnasse
Berlín Río ni
la Comuna de París
alguna vez
fue tan elegante
En la ciudad de Palomino
sus grandes héroes
te saludan o
se toman un trago
contigo, conversan
de sus penas de sus
deudas, cuentan
emocionados sus victorias
Aquí nace un héroe
cada tres años y
muere cada siete
estos son productos
de la generación espontánea
En la ciudad de Palomino
todos fracasaron
pero de una manera
tan sencilla y aristocrática que
da gusto que sea contada.
3
Los padres sobreviven gracias
a las deudas
adquiridas en el transcurso de
la sobrevivencia.
No se negará en ningún momento
que se hicieron de un departamento
al cual llenaron de muebles
aparatos que pasan corriente y
de hijos.
Los hijos ocuparon la casa y
sobrevivieron de sus padres que
sobrevivían de sus deudas.
Aunque los educaron en colegios
particulares o fiscales las
deudas ya se sentaban a la mesa
familiar también adeudada con
el hambre.
Los nietos, última cadena del eslabón
familiar fueron presentados como
ofrendas de la estupidez a los
padres que se emocionaron ante
tanto tiempo transcurrido en
sobrevivencia y aceptaron
coger nuevas deudas las
cuales los mantienen vivos,
a ellos, a sus hijos y a sus nietos.
Y esto es una verdad que
no se puede negar
y puede ser apreciada
todo el trayecto
Lima-Vitarte.
4
Cuando la casa cayó derruida por la pobreza
todo el barrio lloró y comentó
la pérdida.
Los artefactos que pasan corriente
explotaron, los muebles cayeron rendidos
y las otras cosas que pululaban al
interior fueron expropiadas por el gobierno.
Cuando la casa cayó derruida por la pobreza
mi padre fue encarcelado
por criticar la política económica del
régimen, mi madre llora la causa
paseando lentamente por el palacio
con un cartel que reza:
"Liberen a mi esposo"
Cuando la casa cayó derruida por la pobreza
mi hermano fugó no se sabe a dónde
dejando esposa e hijos que
murieron picados por las pulgas,
del otro hermano sólo se sabe
que se sabe vivo aún.
Cuando la casa cayó derruida por la pobreza
yo estaba amándote en Vitarte,
como lo ven, bastante lejos de Lima,
y no me arrepiento.
Arte Poética
La poesía desborda por veredas
y no soy el de los que la recoge
y acaricia amaneradamente, yo
la pateo, le meto cabe
la estampo con torpes manos.
La poesía mira de costado me
es indiferente, ya no como el
cisne aquel, hoy, simplemente
se arrincona en alguna sucia
callejuela y espera que me
tropiece con ella.
10
Si he de morir ha de ser ebrio
danzando desnudo
entre tus sueños.
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