Para todos los seguidores de Bartleby compartimos una breve selección poética de Wislawa Szymborska.
ENCUENTRO INESPERADO
Somos sumamente corteses el uno con el otro,
decimos: qué agradable encontrarnos después de tantos años.
Nuestros tigres beben leche,
nuestros halcones van a pie.
Nuestros tiburones se ahogan en el agua.
Nuestros lobos bostezan frente a jaulas abiertas.
Nuestras víboras se quedaron sin relámpagos,
los monos sin inspiración, y los pavos reales sin plumas.
Los murciélagos renunciaron a nuestros cabellos tiempo ha.
Sucumbimos al silencio sin acabar la frase,
Sonreimos, sin recursos.
Nuestros humanos
no saben qué decirse.
EL ÁLBUM
Nadie en mi tamilia murió de amor.
Romances sí hubo, no cosa seria.
¿Tísicos Romeos?
¿Julietas con difteria?
No. Alcanzaron la vejez en flor
¡Ni uno murió de cartas sin respuesta,
con letra por las lágrimas borrosa!
Llegaban vecinos, traje de fiesta,
con anteojos, levita y una rosa.
Nadie se asfixió dentro de un armario
por huir de maridos de sus amantes.
Faralaes, mantillas ni volantes
echaron a nadie de la foto por falsario.
¡Cuán lejos sus almas del infierno del Bosco!
Sus pistolas no defendían amores furtivos.
(Morían a balazos, mas por otros motivos,
en el trente, en un catre bien tosco.)
Ni la bella, la del moño vistoso,
Con ojeras como de bacanal,
partió a vela en pos de un joven fogoso
por el mar de su hemorragia cerebral.
Antes del daguerrotipo quizás hubo amor de veras,
pero no en las fotos de mi familia.
Los días tenían tempo de vigilia
y ellos morían de gripe o de paperas.
ALABANZA DE LOS SUEÑOS
En sueños
pinto como Vermeer van Delft.
Hablo griego con fluidez
y no sólo con los vivos.
Conduzco un coche
que me obedece.
Poseo talento
y escribo grandes poemas.
Oigo voces
no peor que los venerables santos.
Mis dotes pianísticas
os dejarian boquiabiertos.
Revoloteo como es debido,
es decir, por propio impulso.
Me precipito desde el tejado
y sé caer, suave, en el verdor.
No tengo problemas
para respirar bajo el agua.
No puedo quejarme:
he descubierto la Atlántida.
Por suerte sé despertar siempre
antes de morir.
En cuanto una guerra estalla
me vuelvo del otro lado.
Soy hija de mi época
pero no por obligación.
Hace un par de años
vi dos soles.
Y, anteayer, un pingüino.
Con meridiana claridad.
VISTO DESDE LO ALTO
En un sendero yace un escarabajo muerto.
Tres pares de patas cruzadas sobre el vientre con esmero.
En lugar del caos de la muerte, pulcritud y orden.
El horror de esta imagen resulta moderado,
su alcance es sólo local: de la grama a la menta.
La tristeza no se contagia.
El cielo es azur.
Para nuestra tranquilidad, los animales no mueren:
revientan de una muerte digamos menos honda,
perdiendo-queremos creer- menos sentir y menos mundo,
abandonando-creemos- un escenario menos trágico.
Sus mansas ánimas no nos espantan de noche,
respetan las distancias,
se mantienen a raya.
Y helo aquí: en un estado indeporable
el escarabajo muerto en el sendero resplandece bajo el sol.
LIempo de una mirada basta para pensar en él:
no le ha ocurrido nada importante, parece.
Lo importante, dicen, es lo que nos atañe a nosotros.
La vida, pero sólo nuestra, o la muerte, pero también sólo nuestra,
una muerte que así goza de su obligada primacía.
ALABANZA DE LA MALA OPINIÓN DE SÍ MISMO.
El águila ratonera no suele reprocharse nada.
Carece de escrúpulos la pantera negra.
Las pirañas no dudan de la honradez de sus actos.
Y el crótalo a la autoaprobación constante se entrega.
El chacal autocrítico está aún por nacer.
La langosta, el caimán, la triquina y el tábano
Viven satistechos de ser como son.
Cien kilos pesa el corazón de la orca,
pero es, en lo esencial,
como una pluma liviano.
En el tercer planeta del sol,
la conciencia limpia y tranquila
es síntoma primordial de animalidad.
UN GATO EN UN PISO VACÍO
Morir -eso, a un gato, no se le hace.
Porque, qué puede hacer un gato
en un piso vacío?
Subirse por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada aquí ha cambiado,
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio,
pero nada está en su sitio.
Y la luz sigue apagada al anochecer.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados.
Una mano deja pescado en el plato
y no es, tampoco, la de antes.
Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no sucede
según lo establecido.
Alguien estaba aqui, estaba siempre,
y de repente desapareció
y se empeña en no estar.
Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra.
Incluso se ha roto la veda
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?
Dormir y esperar.
iAy, cuando él regrese,
ay, cuando aparezca!
Se enterará de que ésas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere la cosa,
habrá que acercársele,
despacito,
sobre unas patitas muy muy ofendidas.
Y, de entrada, nada de brincos ni maullidos.
NADA ES REGALO
Nada es regalo, todo es préstamo.
Estoy de deudas hasta el cuello.
Con mí misma deberé pagar
por mi misma,
dar la vida por mi vida.
Es lo establecido:
el corazón se devuelve,
el hígado se devuelve,
y los dedos, uno a uno.
Demasiado tarde para rescindir el contrato.
Ejecutarán mis deudas
y mi cuerpo.
Camino por el mundo
entre una multitud de deudores.
Unos están obligados
a pagar por sus alas.
Otros, quieran o no,
saldarán sus hojas.
En la página «Debe»
figuran nuestros tejidos.
Ni una pestaña, ni un tallo
se conservan para siempre.
El registro es exacto
y todo parece indicar
que nos quedaremos sin nada.
No consigo recordar dónde,
cómo ni por qué
me dejé abrir
esta cuenta.
La protesta
se llama alma.
Y es lo único
que no consta en el registro.
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