Poemas de James Quiroz

marzo 23, 2018 Sergio Gómez Reátegui 1 Comments



UN TATUAJE EN LA PIEL DE LOS INCENDIOS



He visto cruzar la eternidad como un relámpago feroz y luminoso. 
He visto a los ancianos arrancarse los ojos con el filo de esa luz. 
Pronto dejarán el tiempo y el eco. 
Un látigo invisible desdibuja sus rostros. Sus voces arrancadas como cáscaras silencian este pueblo. 

No sé donde estoy. Estoy sin tiempo. Condenado a ver ese rayo crepitando en las hermosas espesuras. Sin esperar gloria o calamidad. 

Y sin embargo arranco fiero los pistilos y los lascivos pétalos. 

Danzo en el milagro de lo acontecido. 

Vida, esa palabra 
desprevenida usada por los hombres 
para inmortalizar su duración. 

Carnaval de rostros mutilados. Incendio desafinado de truenos. 
Oh dioses que parieron el cuerpo y los gusanos. 
Levantad sus cabezas de anguila. Acepto el vino y la carroña. 
¡Tiemblen, que es a un hombre a quien enfrentan!



MI PIEL ES UNA CONTINUA EXPLOSIÓN DE ASTROS MORIBUNDOS 



Guardo sus llaves, oh beldades! 
Se me hace fácil imitar el color del cielo, ya creerán que quiero socavarlo, soterrarlo. 

Concededme la gracia de succionar el néctar de la mortalidad por los años suficientes, venideros, para retratar la desventura. 

¡Cuántas palabras cuneiformes cuántos mancebos cuántas escrituras! 
Escucho el cantar de las tribus, sus lenguas sudorosas, los sagrados cuchillos. 
Veo a los cerdos desangrarse con la piel destazada. 
Lo que resta al final de la barbarie es una mueca espeluznante, digna de ternura. 

Cuánta sed inundó los campos de estiércol. El fuego perpetuo de los dioses arderá en nuestra dura travesía y los cuernos seguirán sonando en el yermo campo de batalla. Y tu voz ensangrentada, amigo, será leña para mis ágiles despojos. 

En el rugir del camal desearás la muerte segura y no la niebla del verdugo. 
El mar es el fósil de un animal que se extinguió hace siglos. 
El mar se ha retirado y veo tus venenos colorear las orillas con espuma negra. 
Mi piel es una continua explosión de astros moribundos un enredo de raíces y vegetales luminosos cuya naciente es el centro de la tierra.  

Mi voz es el cancionero extraviado de los moros, arde en la escritura extinguida de los muchiks. 

Al son de mis muñones canto. 

Escribo en la lengua de un reptil y este se despierta de su interrumpido letargo, contiene el dolor, un río rojo inunda el poema que se escribe con las pieles de los guerreros chimús que fueron mis ancestros: 

“No queremos nuevos dioses”, escupió Minchancaman sobre el joven príncipe, antes de ser esposado con la hermana de su enemigo. 

¡Oh, abuelo Guaman Chum! ¡He bebido tu grandeza en estos vasos ceremoniales! 
En esta piedra escribo, escribo para salvarme. 

Catástrofe fósiles barcos fantasmas, mástiles encallados, caracolas que contienen la sustancia sonora del tiempo y atroces batallas de conquistadores, se subleva un ejército de guerreros muertos destrozados por los arcabuces y otro yo en otro tiempo es el que sangra y la tierra ha vuelto a nacer. 

Me siento a esperar las estrellas, a purificar mi garganta con la herrumbre, si me levanto una nube de ceniza me cubre y me hunde en la noche, su manto cubre mis llagas, soy solo uno y uno entre todos y mi dirección es desconocida. 

Ahora deambulo solo, como el último hombre de la tierra.



POEMA ARDIENDO EN LA NIEBLA 



He viajado toda mi vida sin detenerme a pensar a quién confié mi destino. 
Solo vi el desierto de Paiján y molinos. Me creía inmortal. 

En un camión destartalado y sobre las piernas de mi madre mis ojos escribían los poemas del futuro. El mar venía a nuestro encuentro.

Árboles ancianos me daban sombra. Músicos pedían limosna por sus repetidas canciones. Luego partí hacia extrañas peregrinaciones. Me puse mis sandalias y busqué flores con extrañas fragancias, mujeres con amables gemidos. 

Ahora emprendo otro viaje. Detrás del cristal, la penumbra. Las improntas celestes, los ojos amarillos. En el reflejo, los párpados cerrados. ¡Cuántos astros vi apagarse, cuántas fuentes secarse! Y en mi mente, la edificación de la memoria. 

Estoy en camino. A medida que me acerco me alejo y he oído que los dioses sujetan las manos del titiritero. 

Duermo y avanzo, continúo con mi música. 
Música sin registro, un planeta fugitivo al fondo de mis ojos.
En algún lugar de mi mente el sol es una bestia engrilletada, el firmamento un campo de batalla en donde hemos perdido sin piedad. 

Nosotros somos esos astros apagados que creemos mirar a lo lejos. Alguien nos recuerda desvanecidos. Somos el pasado.



POEMA PARA SER BAILADO EN CARNAVALES 



Recordad mi historia, infelices! 
Recordad la tierra, el cóndor no nacido, las falsas profecías, escribir es recordar el apocalipsis, recordadme en los postigos del infierno, a la hora de escarnecer mi rostro, a la hora del desenterramiento. 

Los trajes de juventud aún se llevan con holgura; los ebrios asesinos no han subido al departamento; los caballos, no divisan la plaza. 

Un miedo sobrecogedor discurre por mi sangre. Escucho el ruido de los cascos abrir la tierra. Bailo la danza de los cadáveres recogidos por la punta de las lanzas, dios mío, dios Inti, ¡cae tu orgullo desprevenido!, tus labios van silbando los últimos vestigios de una tarde desarmada, la humareda roja, la plaza inmolándose, la plaza en llamas apagadas, los cántaros recojo, los bordados y las quenas que resuenan febriles en los pueblos que recorro santificando el nuevo orden. Es nuestro el oro. Siéntese, escribidor, hoy todos folgaremos! 

¿Cómo te atreves a bailar en mi nombre? 
¿A tomar a mi mujer y a mis hijos y a ponerles tu apellido? 
Catequil sonríe y oculta su rostro 

Y por mis ojos aparecen góndolas fúnebres, puertos hundidos, flores del mal tiempo, heraldos decapitados, trotando dementes en sus fosas, como si un mar regresara a rematar a sus muertos. 

Es el día de la fiebre. Y estoy viendo correr a esos caballos desbocados, esas hormigas espantosas que aniquilan mi pensamiento. Con mi brazo cercenado espanto a los búhos. Vuelvo al presente, pero el tiempo carece de mejores argumentos que estas botijas vitivinícolas para demostrar su talento. 

Ámame, pequeña, en unos veinte años no reconocerás al hechicero. Belleza de arena, flor encarnada en la retama, el vino ha hecho surcos en mi rostro. Te entrego estos desmontes primitivos. Sé que un día preguntarás por mí y no habrá nadie que recuerde haberme visto. 

Tomé agua de mercurio, me bañé entre latas y óxido, en los acueductos me fracturé una mano. Soy de mineral y líquidos, soy el recuerdo que hoy ignoras. 

Ámame hoy que puedes besar mi rostro, ahogarte en mi boca. Admira esta costra, mi costra definitiva. Báñate en mis aguas. Mañana, la sequía las desaparecerá.



EL SOL DE LOS CREPÚSCULOS 



El agua se acaba el mar se acaba no tenemos nada 
El mar se ha retirado ante nuestro paso las anguilas los peces disecados 
El sol vencido los alegres bosques se negaron a ofrecer su sombra 
Había una vez un planeta de pronto no hubo nada 
Hasta huyen las palabras se quebraron las ideas 
Las plantas artificiales son bellas tome señorita de la esquina 
El grupo electrógeno ilumina los maniquíes 
Millonarios saquean los supermercados 
El pollo de granja las vísceras de los damnificados 
Todo es bueno si llena la panza lombricienta 
Hermosas ruinas profetizaba el poeta 
Los poetas se fueron a la guerra del jardín de su casa 
Qué comeremos hoy un cuchillo ensangrentado 
Caballero compre estampillas aquí había un país 
Aquí un edificio una estatua un río unos niños 
Ya no tienen rostro te presto mi rostro 
El mío la bomba arrancó en Hiroshima 
El mío en Roma arrasó un tanque  
El mío en las aguas del Putumayo 
El mío nunca existió soy un no nacido 
Somos las máscaras informes 
Los futuros desiertos desaparecidos 
Bienvenido al duelo por los lagos 
Bienvenido al duelo por los icebergs 
Bienvenido al llanto de los prófugos cubanos 
y los fundamentalistas que golpean su cabeza en los muros 
No hay apostillas para la barbarie me niego a escribir un poema 
Me niego a cargar mi ataúd por la plaza como un nazi 
Mi nombre es una mancha negra en los archivos paramilitares 
Lárgate serrano ya no me sirves después de las elecciones 
Me niego a hablar en falso y a ponerme una nariz 
Me niego a ponerme una bacinica en la cabeza 
A caminar sobre cables de espanto a cuatrocientos metros de altura 
No me jugaré la vida por enmudecidos endebles 
No cantaré la vida mientras tenga un hueco en la sien 
Mientras una explosión asalte mis oídos 
Yo sé que el tiempo no es la palabra con que lo nombramos 
Yo sé que el hambre no es la palabra con que lo nombramos 
Ha oxidado nuestros cuerpos y ha carcomido las paredes 
De nada la melancolía y la resignación de los docentes 
El sueño de los tibios de los mediocres precoces  
Ya no queda más por escribir No sé qué más escribir 
Este silencio ha mojado las raíces 
La única identidad es la tumba 
La única certeza es la caída de los muros 
La destrucción es garantía de existencia 
El miserable no quiere que lo llamen por su nombre 
No sé por qué no me convence tu sonrisa 
Será que doblas tu voz ante el teleprónter 
Será que a 4 mil m.s.n.m. la vida te importa una mierda? 
Despierta hermano, dios te ha visto muy cansado 
Suaves espectros cruzan la ciudad por donde hace siglos paseaba la luz por sus ojos 

Un hombre se para frente a una iglesia y pregunta por sus manos 
Otro hombre busca en las estrellas el destino del universo 
Otro hombre quiere celebrar la vida pero está muerto 
En la piel mudada de la serpiente Sobre océanos arrasados Escribimos los códigos que por indescifrables serán arrojados al fuego 

Estoy saboreando los ardores de la herrumbre 
Se enciende mi boca en los desiertos de la nada 
Esto que ves no fue así todo el tiempo 
Cae como una cascada el tiempo y se rompe la memoria 
Ríos de lava discurren hambrientos por las desembocaduras de las calles de Pompeya 

Un semihombre ve derramados sus sueños en ese río
Un mortal transita el sinsentido del tiempo 
No puede desistirse tampoco arrepentirse 
Un niño levanta castillos y ejércitos en la playa pero no puede despertarlos de la arena. 

El sol es un viejo vagabundo que pasea cabizbajo a las 18:30 
No dejes que la coyuntura te destruya la vida 
No dejes que la poesía te destruya la vida 
No dejes que las fosas llamen por tu nombre 
Yo que nadé en los labios moribundos del Jequetepeque dirigiendo el vuelo de los gallinazos 

Yo que jubilé al espantapájaros en su labor de ahuyentar a los puercos 
Yo que en ese río me bañé bajo las aguas de una mujer insaciable 
Yo que leí bajo el mar un par de libros fosforescentes 
Yo que conocí a unos poetas y a unos cuantos profetas 
Yo que soy Yo que seré Yo que he sido Yo que seré 
Un enjambre de ánimas pasea silencioso en el porvenir del lenguaje en el porvenir de lo vivido en esta niebla densa 

Ritmo vertiginoso Piel Barbarie Naturaleza El hombre 
Música Deshielo 
El desembarco ha sido inútil He dejado mi piel sobre los mástiles He buscado en las orillas que parecían fronteras un signo de redención dime qué ha quedado 

Despojos Mis ansias de correr y de llegar adonde nunca 
Dónde nuestro apellido Dónde nuestros huesos 
A los cinco años encontré una palabra hermosa y la veneré con mis labios La hice sol con mis manos 

Estábamos en el mismo barco esa noche cuando zarpamos 
De pronto el ruido la inmensidad recostó nuestras mentes y luego 
El lento fluir de las ondas 
La desaparición 
La expedición de nuestra especie creyó desobedecer a esos ciegos dioses 
Oh desaparecidas costas de Pacasmayo! 
Oh cántaros enmudecidos del Jequetepeque! 
Oh gran Pacatnamú apiádate de nosotros! 
Ese fluir ese sordo maretazo ardiendo como una bestia 
Me levanto y los ríos dormidos despiertan 
Generoso Pacífico escucha chapotear el arrullo portentoso de las balsas 
La musicalidad vigorosa de los muelles 
Se nos complicó la huida en el camino 
Descendimos en otras islas Hemos perdido la inocencia 
Empiezo a transcribir la milagrosa música del hueso

Sigo el camino que mis ancestros despreciaron 
Ya he bebido demasiado y no me he emborrachado El mar me ha sido insuficiente 
El último secreto por conquistar no está en las olas 
El último secreto no está en las espumas ni en las orillas 
El último secreto ardía en los más inocentes juegos 
En la boca del niño que conmovió a las pequeñas flores 
Generoso Pacífico mira cómo juego en el chapoteo inútil 
Tú que me viste zozobrar hoy me desvistes con tu lengua 
Nada te importan mis atuendos mis ofrendas mi spondylus maravilloso 
Estos mis malditos ojos que se encadenaron a una memoria 
Estos mis dos pies que no se doblaron ante un templo 
Esta es mi mente que culminó todos sus sueños 
He visto al relámpago cruzar las fauces de los tiempos y ha enceguecido mis ojos 
No me importa No he perdido lo más importante como para no darme cuenta de su enojo 

Mis sandalias con las que avanzo y volveremos a hacerlo 
Aullando sin remedio 
Cuando queden los lagartos y los berberechos y el bacilo de Koch, 

Aún cantaremos perplejos lejos de los abismos celebrando un no tatuado silencio en los relojes 

En el recodo inanimado de los bordes que inventaron los hombres le pondremos un nombre a esta historia 


Y dios juzgará


JAMES QUIROZ 


Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Trujillo. Magíster en Derecho Penal por dicha casa de estudios. Ha publicado el poemario "Rock and roll" (2015). Es coautor del libro de Derecho titulado "El proceso especial de terminación anticipada y el derecho a la presunción de inocencia". Actualmente se desempeña como Fiscal Adjunto Provincial Penal en el Ministerio Público de Cajamarca. Ha obtenido los siguientes reconocimientos literarios: Segundo Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Universidad Nacional de Trujillo el año 2010. Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuento "Germán Patrón Candela" convocado ese mismo año. Mención Honrosa en el Premio Nacional de Poesía "Javier Heraud" el año 2011 convocado por el Ministerio de Educación.

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