Pexuña de dragón/Julia Wong
Parafraseando a los Redondos de Ricota estos poemas de Julia Wong son "como bombas pequeñitas".
La plaqueta Pexuña de Dragón publicada el 2018 por Andesgraund Ediciones (Chile) es altamente recomendable.
Aún no entiendo cómo se me pudo escapar esta lectura.
Pase y compruebe, parroquiano.
La plaqueta Pexuña de Dragón publicada el 2018 por Andesgraund Ediciones (Chile) es altamente recomendable.
Aún no entiendo cómo se me pudo escapar esta lectura.
Pase y compruebe, parroquiano.
-Narben auf die Frucht
Me acuerdo de las primas blancas, con la nariz distinta a la nuestra
Las primas como fruta y nosotras como flores sin olor
Nosotras tan chatas en personalidad y discordia
Nuestros moños amarrados con pili -milis obscenos
Piezas de ajedrez talladas para una partida perezosa
Ellas en el tablero puestas con técnica,
Nosotros buscando la mordida jugosa
Me acuerdo de nuestras cabezas sin piojos
las de ellas desgreñadas
Ellas eran fruta en la vitrina,
Ellas van primero.
Las manos de las primas son largas sedosas, muy bien cuidadas
Sobre todo blancas como un abanico con el fresco al abrirse
Nosotras teníamos pancitas de niños engreídos, muchos juguetes de plástico
Horquillas con piedritas baratas en el pelo. La técnica del abandono es una sorpresa que no termina.
Nos pelaban la fruta por miedo a las moscas salir de sus bocas,
aunque cerradas
Llenas de abismo, pero de esperanza
Nosotras sabíamos nuestro futuro de niñas gordas
Por el color de los plátanos al atardecer
Por el hilo bordado en las letras de nuestros nombres en los mandiles
Me corté muchas veces las manos con las tijeras rosadas y viento
Me miraban cuando no era cuidadosa ni diestra con las fisuras
de papel
Y secretamente se alegraban cuando los cortes eran profundos
y errados
Esbozaban una sonrisa tibia cuando sangraban mis heridas
Tuve muchos accidentes
Algo en sus ojos apagados brillaba con mis cientos de tropiezos
Mamá trató de jugar su mejor papel
El de tía le quedó como sortija en el dedo que señala
Pienso en mi madre como en animal farm. Las yeguas alegres, gritan y reclaman, los que observan, animales satisfechos en otoño,
Los hambrientos
Éramos casi una granja
Con niños de tez muy diferente
Al final mis primas ganaron todas las medallas
Encontraron maridos de cabeza rapada y limpia con pasajes hasta las grietas de Armenia
A la luz de algún satélite
Nosotras fuimos amamantadas hasta el final de la noche
Cuando la sed termina y el sol se muestra pordiosero
Pero después que mi madre cuidó de las niñas difíciles y flacas
No regresó por nosotros
Algo de esas niñas la mantuvo enajenada lejos de sus propios
niños fáciles y gordos.
-Después del duelo
Para Jimmy, el sobrino pequeño, el sobrino mayor
Inmenso el limbo que tu pena no ocupa
Marcharte así tan de repente no ha sido ecuánime
Inmenso el vientre que te traga
En esta soledad de ti
En este cristal sanguíneo que nos llamó familia alguna vez
Luego se descompuso como un potaje olvidado en la nevera
Amplia la reja por donde escapamos al buscarte
Amplia la geografía desde el estrecho de Bering
África, Brasil, tambores guerreros
Amplia la boca que te nombra en la partida
Rabia de perro casi muerto
Sin dueño su cola
O con dueño, iracundo, enojado
Sin voz para lamentarse ya no estarás más entre nosotros
Rabia y perros divorciados
Soy la rabia y el perro se aleja solo husmeando
Entre puertas y bisagras
Preguntamos por ti
Pero nadie sabe responder
Inmenso el cielo que ya no será tu techo
Ese cielo se hizo carretera
Al oriente
Bandadas de pájaros negros cruzan la letanía
Hasta el punto donde tu mujer dobla la ropa que dejaste
Soy tu tía en duelo
Dicen que una tía no tiene derecho a estar triste
Inmensa la palabra que no digo
Todo el vigor que no caminaré para encontrarte
La frase es más ancha que la carretera
El cielo ya no te verá
Inmensos se quedan frase y techo
Sin ti y no terminan.
En Birmania gusta más el pecho plano
Los huesos femeniles limpian la postura
Ante la adversidad caminan descalzas
Mientras sus hombres
Mueren en batallas repetidas.
Cada mañana miles
Entonan cánticos a orillas de los ríos
Enajenadas ofrendas
De jazmines tercos se entregan
En el albor de cada órgano salvaje que bombea el corazón
No se cuentan los años de existencia
Solo el aguerrido afán de proteger la estirpe
Aunque las antífonas imploran por paz
Estamos dispuestos a morir por el verde
¡Que el jade nos proteja!
No necesitamos zapatos
Ni pechos grandes
Sólo esta devoción nos embebe en la diaria esclavitud
Tu reino en occidente nunca entendería esta plegaria.
Julia Wong (Chepén-Perú, 1965). Poeta, narradora y gestora cultural. Hija de padre chino y madre tusán. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Lima (Perú) y de Literatura y Humanidades en la Pontificia Universidad Católica del Perú. También estudió Romanística en la Universidad de Stuttgart (Alemania). Obtuvo los Juegos Florales de la Universidad de Lima con Confesiones de mi tierra caliente. Se mudó a Macao con su padre, apoyándolo en organización de la Fundación Wong Yeng Kuan, la que fomenta la lectura y cultura a través de bibliotecas públicas. Coorganizó el Festival de Poesía en Chepén Chepén (entre 2010 y 2019). Ha sido curadora de dos exposiciones fotográficas sobre la migración China en Perú y México (en 2012 y 2017, respectivamente). Colabora con el proyecto Tusanaje y Chinaarte. Plataformas y espacios para artistas sino-peruanos, sino-latinos. Ha publicado Historia de una gorda (1992), Los últimos blues de Buddha (2002), La desmineralización de los árboles (2013), Un vaso de leche fría para el rapsoda (2014), Mongolia (2015), Tequilaprayers (2015) y Pessoa por Wong (2017), entre otros.
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